La semana pasada me fleté, completita y sin interrupciones, la versión de Disney de La sirenita. El cuento de Hans Christian Andersen es muy parecido a la película de Disney, con la destacada diferencia de que, al final, la sirenita muere con el corazón roto luego de que el apuesto príncipe se casa con otra mujer. Pero sí es un final feliz, pues aunque no se queda con el muchacho, al menos se convierte en una especie de "espíritu noble". Dentro del sádico repertorio de Andersen, La sirenita o The Little Mermaid o Den lille havfrue (en danés), parece ser el que explota más sórdidamente las delicias y oscuridades de ese periodo llamado adolescencia. Ariel, la hija del rey del mar, Tritón, es una mocosa caprichuda con una obsesión por lo humano. En la película, hasta se arma de un repertorio de objetos del hombre; en el libro, al cumplir 15 años se le permite nadar una sola vez a la superficie (y ahí es cuando conoce al mentado príncipe). Ariel, además, está en una edad, la que tanto amó aquel Humbert Humbert, en la que aún posee la linda inocencia de la infancia, pero mezclada con la candidez de la adolescente. Sí, la sirenita es una carita cumshotera. Y no exagero: el cuento y la película tienen una carga sexual bastante medida. Pero es entendible: todos los motivos que tiene Ariel para perder su condición de sirena se limitan al enamoramiento súbito que sufre por el apuesto príncipe y a la necedad de casarse con él. Demasiadas hormonas, incluso para alguien con cola de pescado.
Pero es una historia muy hermosa. Los simbolismos son de primer nivel: Ariel canjea su voz por un par de piernas; en el cuento, su muerte es advertida como que se convertirá en "espuma de mar". Y en la película de Disney, la Bruja del Mar, llamada Úrsula, es una mujer mezclada con pulpo que al final se transfigura en una suerte de kraken (al menos por la altura). La Cobra estaba muy impresionada. Le encantó la película. Creo que ese final es lo más intenso que ha visto hasta ahora. Y lo que le falta.
Aquí, la historia de la estatua de la sirenita en Copenhague, Dinamarca, la cual ha sido vandalizada en ocho ocasiones. El autor del blog hace notar que "es difícil para una sirena sobrevivir afuera del agua".
Recuerdo un cómic en el que una sirena sufre una violación múltiple por un grupo de marineros cerdazos. Ella cobra su venganza y con el paso del tiempo va matándolos a todos, uno a uno. Pura belleza y horror. Las sirenas verdaderamente son un entrañable regalo de la ficción
Pero es una historia muy hermosa. Los simbolismos son de primer nivel: Ariel canjea su voz por un par de piernas; en el cuento, su muerte es advertida como que se convertirá en "espuma de mar". Y en la película de Disney, la Bruja del Mar, llamada Úrsula, es una mujer mezclada con pulpo que al final se transfigura en una suerte de kraken (al menos por la altura). La Cobra estaba muy impresionada. Le encantó la película. Creo que ese final es lo más intenso que ha visto hasta ahora. Y lo que le falta.
Aquí, la historia de la estatua de la sirenita en Copenhague, Dinamarca, la cual ha sido vandalizada en ocho ocasiones. El autor del blog hace notar que "es difícil para una sirena sobrevivir afuera del agua".
Recuerdo un cómic en el que una sirena sufre una violación múltiple por un grupo de marineros cerdazos. Ella cobra su venganza y con el paso del tiempo va matándolos a todos, uno a uno. Pura belleza y horror. Las sirenas verdaderamente son un entrañable regalo de la ficción
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